#noveladeunaemprendedora: Te amo y te odio


Y esto va por etapas....Hoy comienzo algo que no sé si prosperará, pero tengo ganas de escribir sobre mi historia emprendedora. Así como hay historias de partos, de crianza, experiencias, me uno pero con este tema que para muchas no es indiferente.

Y para este primer mini capítulo, empiezo con un tema muy recurrente:

Emprendimiento Maternal

Te amo y te odio


Me había levantado teniendo super claro la agenda que tocaba en la semana. El día anterior, como en muchas otras ocasiones, tomé como decisión y con el entusiasmo de las promesas del primer día del año, apresurar el reloj por la mañana y comenzar todo un poco antes para aprovechar más el día.

La hora concretada era una burla, sobretodo para los más madrugadores, pero pensaba que había que empezar por algo. Confieso que no era mi mayor sacrificio pero con el entusiasmo justo sabía que las cosas podrían resultar para mejor. 

Procuré que la alarma no sonara por mucho tiempo; si se despertaba la pequeña todo se iría al garete. Dejando el calor de la cama, y congelándome de frío desde el primer dedo del pie saliendo, ya no había vuelta atrás.

Ese primer día comencé con ganas. Lo primero, encender el portátil y lo segundo poner música. Si, que la música llena el corazón y el cuerpo de energía. A bailar se ha dicho, y recordando algunos ejercicios de calentamiento de las clases de contemporáneo, más un poco de yoga y siguiendo las ganas del cuerpo de moverse, rápidamente la morriña de los primeros minutos despierta, pronto se desvaneció. 

Unos segundos más y empezar a abrir carpetas, pestañas y a leer correos. Aprovechar el tiempo porque cada minuto para mi es un regalo. Es un regalo para todas las madres, y somos expertas en organización. ¡A que sí!

¿Me duró esta rutina 4 días? La última vez sí. Qué inconstante puedo ser muchas veces, y eso que me considero una personas super organizada y centrada. Me gusta plantearme metas, cumplirlas si es posible; tengo ideas que pronto son desechadas porque están hechas más de humo que de realidad. Pero me gusta ser una entusiasta de las cosas. 

Así que sí, no duró ni una semana. Pero como me gusta llevar por lema, cada día es una nueva oportunidad, lo he vuelto a hacer, y sigo levantándome por las mañanas, más temprano que antes, poner música, bailar, hacer la postura de cabeza o para los más experto Shirshasana y a trabajar, que lo que se pueda adelantar bienvenido sea.

Pienso que es importante tener los objetivos claros. Y en este caso, siento tan cerca, tan real el hecho de ver mi proyecto realizado, que no quiero flaquear, no quiero que me pille media dormida, o sin ánimos de seguir.

Así que lucho, lucho muchas veces por no decaer. Tengo semanas donde no quiero saber nada de nada, donde me falta muchísimo mi pareja, mis amigos y mi familia. Me falta una palabra de aliento, y no me avergüenzo por ello, porque si, muchas veces necesito de los demás.

Tengo semanas donde no he querido saber nada del proyecto ¡dolores de cabeza me dan! y con ganas muchas veces de tirar la toalla. Por suerte tengo personas a mi alrededor que no me dejarían. Porque saben todo el trabajo que hay detrás.

No hay grandes inversiones de dinero, no hay contratos millonarios, no hay socios ansiosos por ganar. Sólo hay tiempo invertido, tiempo que no vi a mi hija, tiempo que le dije "espérame un rato, anda a ver la tele un segundo por favor". Tiempo que pedí compartir, tiempo que dejé de descansar, de dormir.

Te odio y te amo. Pero el amor es más fuerte ¡que gran chiché! Así que me levanto todos los días esperando tener un día mejor. Juego a que tengo super poderes, poderes de poder cambiar las cosas, y que está en mis manos hacerlo.





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